Me encanta...
el resquebrajarse de los hielos cuando los dejo caer sobre el liquido de un vaso (sobretodo si es al llegar a casa después de un día duro)
disfrutar de la solitaria ciudad conduciendo un día de diario a altas horas de la noche (sobretodo si es después de cenar en la casa de Petri, que ya es un hogar)
5 Comments:
Me encanta cuando se van dibujando en mi mente las evocadoras líneas de un libro a modo de reconstrucción de un mundo sólo perteneciente a su autor.
Me encanta el momento en que cuando vuelvo a ver una de mis películas favoritas un personaje pronuncia esa frase que me pone los pelos de punta.
Me encanta dejar suspendido el terrón de azúcar en la superficie del café y verlo cambiar de color lentamente.
Me encantan los bridges de todas esas canciones cuyos estribillos me vuelven loco porque avecinan su inminente llegada (qué largas se hacen a veces las estrofas!)
Me encanta cuando en un lugar repleto de gente hay un bebé que se me queda mirando absorto.
Me encantan el insomnio y la pereza productivos.
Un saludo!
Totalmente de acuerdo, nader.
La verdad es que yo no interrumpiría mi insomnio y mi pereza si no fuera porque producen de todo, menos dinero.
Y no hay más remedio que mantenerse en el juego para poder escaparse de él de vez en cuando...
(ha sonado un poco bohemio, ¿no?)
No me refería al término "productivo" en su aspecto económico, ni mucho menos. Para mí esa palabra tiene otras decenas de acepciones: fructífero, prolífico, creativo,...
No, no ha sonado bohemia tu frase. De hecho, tiene un cierto aire a aquella de "es necesario primero conocer las reglas para saltárselas".
ya, ya, me imaginaba...
¿escribes algo? me ha gustado mucho tu comment... y lo del azucarillo lo hago muchas veces...
Si te refieres a escribir en un blog, no, no tengo. Sólo lo hago en mi pobre diario.
Soy más de leer. Te leo cada día, eh! Creo que ya te dije que me gusta el enfoque que le das.
Yo ahora me he pasado al azúcar moreno y debido a su color la gracia del terrón ya no es la misma. Habrá que buscarse otros mínimos placeres cotidianos.
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