Mi gran viaje (1 de 3)

Desde que tengo uso de razón, he soñado con viajar a Nueva York.

No me preguntéis muy bien el porqué, pero así ha sido. Yo que vivía en un pueblo de tres mil habitantes, soñaba con la idea de una ciudad grande y cosmopolita, de las más avanzadas en cuando a tendencias, mestizaje y otras muchas cosas.

Hoy en día, la verdad es que todo lo americano me da más pereza que otra cosa. Su imperialismo no me hace ninguna gracia y creo que se están granjeando una enemistad galopante con el resto de la humanidad.

Aún así, mantengo la ilusión por ir allí pero con otro enfoque muy distinto: ahora me llama más la atención el caracter romántico de la ciudad, quiero decir, no como Roma o París, sinó el romanticismo de la ciudad en sí misma. NY supongo, se ha convertido en una ciudad que ya está de vuelta de todo, como una ciudad "rancia" que se regocija de su propio "rancior"... bueno, no se si me explico ¿?...

El caso es que me ha surgido a quemarropa la oportunidad de ir allí. ¡Me voy este jueves!, y como quiero que el viaje esté a la altura de las expectativas que siempre he tenido le voy a dedicar tres posts para recuperar la emoción e ilusión que siempre tuve por ir.

HOY: El pasaporte.

Lo primero que he tenido que hacer es conseguir mi pasaporte-superactualizado-electrónico porque sinó, no te dejan entrar.

Ya lo tengo a buen recaudo en casita, eso si, no sin confusión en cuanto al papeleo. Y es que no se como se puede llamar a un documento oficioso de tres maneras distintas, a saber: certificado de empadronamiento, volante de empadronamiento y justificante de empadronamiento. Vamos que digo yo, ¿no se podrían poner de acuerdo y llamarlo de una sola forma?.

Pero vamos, que primera prueba superada. ¡Manhattan nos espera!